lunes, 10 de octubre de 2011

El libro “De lo espiritual en el arte” de Wassily Kandisnky nos sitúa en la fórmula pragmática de los expresionistas y, nos expresa, por primera vez, la tendencia a la unifiación sistemática de una teoría artística.

De lo espiritual en el arte es la respuesta personal de un pintor ante las dificultades particulares de su oficio y la necesidad de trazarse un esquema teórico en el cual apoyarse para esclarecerse a sí mismo vital y artísticamente.

En el primer capítulo nos habla de la vida espiritual representada en un triángulo.

La vida espiritual es representada por un triángulo agudo dividido en partes desiguales. En el vértice se encuentra un hombre incomprendido por el resto de artistas que forman el triángulo.
El triángulo rota lentamente hacia delante y hacia arriba. La parte más extensa es la inferior, escucha las primeras consignas del credo materialista: son religiosos partidarios de la democracia popular o republicanos, socialistas económicamente socialistas. Las partes superiores son ciegamente ateas, republicanos políticamente y socialistas económicamente. Los sabios profesionales analizan y ponen en tela de juicio la materia, no tienen miedo de enfrentarse a ninguna cuestión.

La pintura y la música están relacionadas pero tampoco hemos de olvidar que cada arte tiene unos límites que los separan de los demás.
            En cuanto al color podemos contemplar dos efectos, el físico y el psicológico. El físico debido a que no existe un nivel de sensibilidad muy alto son sensaciones superficiales, cuando entramos en un nivel de sensibilidad superior este efecto trae consigo una conmoción emocional y es cuando aparece el efecto psicológico.
Las formas, incluso las completamente abstractas, que pueden reducirse a una forma geométrica, poseen dentro de sí, un sonido interno. Lo mismo ocurre con el círculo, el cuadrado y las demás formas geométricas. La relación entre forma y color se pone así de relieve.
Ciertos colores son exaltados por ciertas formas y atenuados por otras.La cantidad de colores, formas, combinaciones y sus efectos son infinitos. La forma es abstracta, o sea, no dibuja un objeto real. La composición pictórica pura se encuentra con dos problemas relativos a la forma:
1- La composición general del cuadro
2- La creación de formas variadas que se relacionan entre sí en distintas combinaciones, subordinándose a la composición general.
De manera tal que, en una composición, el elemento físico no sea imprescindible totalmente; puede ser omitido en forma parcial o total, y ser reemplazado por formas abstractas puras o formas físicas reducidas a lo abstracto. Sin este progreso, no sería asequible la composición de formas.

El artista puede utilizar cualquier forma para expresarse pero es importante que siga fielmente su propia forma de hacerlo y no abandonarla por las modas y tendencias de la época.
La creación de una obra artística no se encuentra a través de la teoría si no mirando en el interior del artista.
El arte actúa sobre la sensibilidad es decir que con el cálculo matemático aunque se base en medidas seguras nunca se obtendrán resultados artísticos.
En una obra es muy importante fijarse en el calor o el frío del color (del azul al amarillo) y en la claridad o la oscuridad del color (del blanco al negro). El azul indica quietud, profundidad... mientras que el amarillo es movimiento, cercanía... La mezcla de estos dos colores es el verde en el que desaparecen las propiedades de ambos y aparecen otras nuevas como son la quietud y el aburrimiento.

Por último nos habla del sentimiento que nos transmiten los colores, usando como símil a los instrumentos que existen dentro de una orquesta.
La posibilidad de juntar dos colores opuestos y que exista en ellos una armonía cromática.
Armonía: Nuestra armonía consiste en lucha de sonidos, falta de equilibrio, principios que se derrumban, redobles de tambor inesperados, grandes preguntas, impulsos aparentemente insensatos, empuje desgarrado y nostalgia, cadenas y lazos retos que se entrelazan, contradicciones y contrastes.

El capítulo seis comienza hablándonos de la ornamentación en la pintura, en la base que disponemos para crear nuestras formas y esa ornamentación es la naturaleza que nos rodea, esos colores, formas, figuras geométricas, etc…

Los elementos que constituyen la obra no radican en lo externo, sino en la necesidad interior. Con el tiempo será posible comunicarse a través de medios puramente artísticos, evitando la necesidad de tomar prestadas formas del mundo externo para la comunicación interior; estas formas hoy nos permiten disminuir o acentuar el valor interno del color y la forma empleados. La composición escénica contendrá tres elementales: el movimiento musical, el movimiento pictórico y la danza. El artista crea misteriosamente la verdadera obra de arte por vía mística.

El artista tiene que educarse en su propia alma. Su deber no es dominar la forma sino adecuarla a un contenido. No es un ser privilegiado en la vida, está obligado a un trabajo pesado que a veces llega a ser una cruz para él. No es tan libre en la vida como en el arte.
El artista tiene tres obligaciones; 1º ha de restituir el talento que le ha sido dado. 2º sus actos, pensamiento y sentimientos conforman la atmosfera espiritual, la aclaran o envenenan. 3º sus actos, pensamientos y sentimientos, que son el material de sus creaciones, contribuyen a su vez a esa atmosfera espiritual. 


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